SUPONGO QUE YA SE ME PASARÁ SOLO



  De esta manera damos existencia ideal a lo que realmente no lo tiene. Solo, a uno, no se le pasa ni la tontería...Es precisamente ese hacer lo que a uno le venga en gana por lo que se instala el mecanismo de la enfermedad. Podremos cubrir nuestras heridas con un vendaje, mas lo único que lograremos es que permanezcan ocultas a nuestros ojos, mientras la gangrena de ese padecer va cabalgando sobre las heridas y, a lengüetazos, va lamiendo nuestro cuerpo, nuestro decir, nuestro vivir, nuestras relaciones, nuestro gozar...Perdidos en esos derroteros, con la sensación de no gobernar nuestra vida, nuestras relaciones... pero aún así, permanecer sentados en el andén de una estación cualquiera, esperando que llegue el tren adecuado que nos lleve, sin ningún esfuerzo, a una vida en la que no necesite de la enfermedad para hablar, nos enmudece. Como cuando aprendimos a hablar que necesitamos de otros, para construir la salud, ésta ha de ser pensada, decidida y trabajada para no resultar nuestro peor enemigo. Buscar ayuda de un profesional que nos ayude a aprender a colocar la baldosas de nuestra propia salud, nos facilitará una apertura en nuestros caminos, una transformación en sujetos deseantes, que no sujetos deseados por el goce de la sintomatología. Mejor una conversación que condenarnos a la inmediatez de un padecimiento. Más que nada, porque el tren de la vida, pasa.
Laura López psicóloga-psicoanalista
lauralopez@psicoanalistaenmalaga.com
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