¿SOY INFELIZ PORQUE QUIERO?
Si
preguntamos a cada una de las personas qué es para ellas la
felicidad, encontraríamos múltiples respuestas. La vemos en el ojo
ajeno cuando la imagen que nos transmiten en las revistas, los
famosos, o el vecino de al lado es que pareciera que la vida les
sonríe. En cada época la ideología nos ofrece imágenes y
prototipos de lo que sería una persona feliz. Así nos muestran cómo
distribuir tu tiempo de ocio, qué hacer, cómo gastar el dinero,
pautas en la forma de vivir...en fin, podríamos incluso asegurar que
la felicidad llega a ser una argucia del sistema.
Aunque
pueda parecer algo extraño y ajeno a cada uno, el ser humano es
paradójico y podemos llegar a gozar de cualquier cosa o
circunstancia. El psicoanálisis nos pone en cuestión muchísimos
aspectos y uno de ellos es que los síntomas son formaciones
sustitutivas de una satisfacción que aparece disfrazada. Lo que es
displacentero para la conciencia, para el inconsciente es placentero.
La idea de felicidad puede ser una gran desconocida porque el
sujeto ignora de lo que goza. Podemos ir directos al fracaso porque
es nuestra manera de gozar. La felicidad no proviene del exterior, de
la buena o mala suerte, como popularmente se puede llegar a pensar,
sino que es el propio sujeto, en su estructura psíquica interna, el
que puede llegar a causarse las desgracias a través de relaciones
tortuosas que se repiten una y otra vez, de situaciones revestidas de
casualidad que causan desdicha, comportamientos que atentan contra la
salud, fracasos al triunfar...
La felicidad es una conquista diaria, un camino que transitar y
mantener. Los acontecimientos externos deben ser tomados como
obstáculos, no fines. Por ello debemos tener en cuenta que hay
cierto carácter de excepción en cada uno que se refiere al hecho de
que cuando se ha sufrido de circunstancias adversas y privaciones, ya
por ello uno pretende que se le excuse de requerimientos posteriores,
porque ya “toca ser feliz”, cuando está muy lejos de la realidad
(muy a pesar de todo).Nuestro lugar en la vida hay que conquistarlo
independientemente de lo que a uno le suceda (o haga suceder), es un
prejuicio muy dañino, pues se intenta gozar de ciertos privilegios y
se toma cierta actitud pasiva ante la vida, evitando el trabajo
necesario para conseguir transformar la realidad. El neurótico se
anuda muy a menudo a esta posición.
Así
podemos llegar a entrar en el autoconsumo, en la sociedad de la
pastilla, en lo rápido, donde lo “efectivo” es lo que tapa la
herida, lo que pone un parche para no ver ... la felicidad también
cae en este consumismo, incluso se vende la denominada “pastilla de
la felicidad”. No es infrecuente tampoco intentar simplificar lo
humano, todos esos procesos tan complejos de que hablábamos y caer
en la ingenuidad de que leyendo un libro de autoayuda, en el que se
dan ciertas claves, estilos de vida... todo va a cambiar con sólo
pensarlo. Hay que decidirse al cambio, trabajar para ello,
conocernos a nosotros mismos porque hay procesos inconscientes que
pulsan en la vida sin nosotros darnos cuenta, lugares donde nuestro
goce está puesto generándonos un gran malestar pero que sin ayuda
no lograremos transformarlo. No es cuestión de querer o no querer,
sujeto a la voluntad, sino de tener en cuenta a una parte de nosotros
que pulsa en mí y que mi conciencia desconoce.
Laura
López psicóloga-psicoanalista
Telf
610865355
www.psicoanalistaenmalaga.com
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