¿COSAS DE MUJERES?
Estamos en el siglo XXI
y a lo largo de la historia en la mujer vemos cómo ha ido
modificando su posición con respecto a cuestiones como el trabajo,
la familia, su libertad... Sometida históricamente a la represión
del pensamiento, hay conquistas realizadas,lugares donde ha sido
posible llegar... pero ¿cuál es la verdadera dimensión de ese
cambio? Para que haya transformaciones sociales se ha de comenzar por
uno mismo, modificar pensamientos, cuestiones aún ancladas,
enquistadas, que no permiten avanzar. Vemos cómo amamos, odiamos
como hace más de 3000 años. La violencia familiar es algo que aún
hoy día perdura, incluso hay estadísticas que hablan de un
incremento entre los más jóvenes. Eso nos hace plantearnos ¿qué
pensamientos habitan en la mujer en cuestiones como su forma de vida,
el trabajo, los hijos, el amor, la familia...?¿Qué implica ser una
mujer de este siglo?¿Hay un prototipo de mujer? ¿Qué modelos
permiten alcanzar su libertad?
No podemos responder a
estas cuestiones si no incluimos más allá de la determinación
social la individual, porque la vida cotidiana es el resultado de
ambas y hay un peso muy importante, una sobredeterminación en cómo
es que pensamos, en qué ideología habitamos.
Hemos de conocer que el
pensamiento es atemporal, no sigue el orden cronológico. Uno puede
vivir en pleno siglo XXI pero habitar en un pensamiento de la Edad
Media.
LA FAMILIA
Es por el camino de la
reproducción que se sostiene la especie. La familia es presimbólica,
es decir, está antes que el lenguaje, que la palabra. Es una
estructura animal. La familia no es un invento humano, es una
necesidad de la especie.
El matrimonio es un
reconocimiento social, jurídico o cultural y proporciona protección
a la descendencia. El papel de la familia es muy importante en tanto
en cuanto es transmisora de la cultura. Pero en la actualidad muchas
familias no respetan la ley animal de la reproducción, mantienen a
los hijos en el seno familiar. Ya no son hijos, son otra cosa. Se
puede hacer inepto a un hijo para que no abandone a la familia (por
ejemplo, en “Como agua para chocolate” la hija menor estaba
destinada a ser la sirvienta de los padres).La familia es un paso en
el hombre, no su destino.
La misión fundamental
de la mujer en la familia ha sido la de educar a los hijos y ocuparse
del hogar, se moviéndose en la dialéctica de ser buena esposa y
buena madre.
Se han trazado perfiles
durante épocas de cómo debía ser una mujer: calificativos como
obediente, sacrificada, recatada, defensora del hogar... La única
sexualidad que le era permitida, la forma de acceder a la feminidad,
era a través de la función madre , donde ella misma desaparece, se
transforma en la máquina familiar, sin libertad, sujeta a la
especie, porque a la familia lo que le interesa es la reproducción
pero ¿qué ocurre con el sujeto psíquico, cuando una mujer desea
más allá del amor y la familia?
La moral social y
religiosa toma el deseo femenino más allá del amor y la familia
como una agresión a la especie. Vemos cómo en el hombre está
prohibida la reproducción, pero para la mujer está prohibido el
goce. La moral sexual cultural pretende englobar a todos bajo un
mismo estilo de vida, “normalizar”, globalizar... el hombre lo
resuelve con la doble moral, donde lo que para él está permitido
para la mujer no, y a la mujer le restan tres caminos: vivir
insatisfecha, con una vida que no desea, vivir con el constante peso
de la culpabilidad porque ser diferente a lo que la moral promueve la
convierte en inmoral o la enfermedad psíquica, que es una solución,
una satisfacción sustitutiva. No hay que dar la espalda a los deseos
porque más allá de la función como madre, la mujer tiene deseos
por lo social, el trabajo, la cultura, el arte...hay en ella un
conflicto entre reproducción y producción pero no se ha de
renunciar a ninguna de las dos, es posible sumar, lo que ocurre que
tiene que haber un cambio estructural, tanto en la sociedad como en
la familia como en cada uno y cada una. No se puede enjaular el vuelo
femenino, tan desconocido y temido. Pero más allá de culpar a la
sociedad, al hombre, no hay mayor enemigo que uno mismo. Dejar de
pertenecer a la historia en la que la mujer es la costilla de Adán.
No es una lucha contra él,sino un momento para la reflexión: buscar
en cada una de lo que se les acusa. Los prejuicios, esos juicios
previos son efectos de la ideología, ese entramado de pensamientos
que se transmiten y que es inconsciente, que sólo sabemos de ello
por los resultados. Una actitud machista es aquella que menosprecia a
la mujer la considera inferior al hombre, la discrimina, pero que
nada tiene que ver con ser hombre o mujer, es un pensamiento y todos
y todas adolecemos de cierto machismo inconsciente, ya que hay cierto
rechazo en una de las etapas de la sexualidad a lo femenino (tuvo que
ser rechazada la idea de totipotencia de la madre, rechazo a lo
femenino, hay una cierta desilusión necesaria para que la separación
de esa célula narcisista se produzca). La mujer se llena de
interrogantes, contradicciones emocionales que se producen en ella
por sus propios prejuicios y recordemos que la queja impide toda
acción.
En la obra de Federico
García Lorca, Yerma se despliegan una serie de enunciados en la
mujer acerca de su papel en la familia, la maternidad... El hecho de
no tener hijos en el matrimonio a ella le hace cuestionarse incluso
su feminidad en esta frase: “Lo que pasa que no eres una mujer
verdadera”, como si el hecho de ser mujer dependiera de la
maternidad. Hay mujeres dicen no sentirse completas, realizadas, si
no es a través de la maternidad, como si de los hijos dependiera su
“ser mujer”, cuando hemos visto que tiene más que ver con la
especie que con el sujeto psíquico. Son maneras de pensar a la
mujer, pensamientos transmitidos a través de la ideología imperante
familiar, que te llevan a vivir de diferente manera tu sexualidad.
Porque sexualidad es más amplio que lo meramente genital, es todo
aquello tocado por la palabra, la posibilidad de entrar en la
creación, en la producción, eso también es sexualidad.
Siguiendo en la obra de
Yerma, el marido le llega a decir a Yerma: “Las ovejas al redil y
las mujeres en casa”. Este machismo que se muestra tan evidente
puede ser disfrazado en frases como: ¿para qué te vas a complicar
la vida?
EL TRABAJO Y EL AMOR
La mujer , en su
posición femenina, le es más propio ser amada que amar. Esto puede
entrañar para ella vivir situaciones en las que sea capaz de todo
en pos de aquello que llama amor. En ocasiones abandona todo por un
amor, por la familia...abandona el trabajo, las amistades,
actividades que le gustaban hacer...renuncia a todo por “amor” y,
con los años, eso se reduce a una vida insatisfactoria o incluso
todos esos conflictos hechos carne a través de una enfermedad,
enfermedad dedicada siempre a alguien.
Sentimientos de
culpabilidad, y apelativos como “egoísta” son la consecuencia de
los conflictos entre la producción y la reproducción que por otro
lado en nada han de corresponderse a la realidad, puesto que los
hijos necesitan que se encuentren presentes la función madre y la
función padre, nada tienen que ver con el sexo anatómico. Muy
importante es el que el niño pueda separarse de la función madre,
para con su mirada desear otras cosas, aprender a sustituir,
simbolizar para entrar a formar parte de la sociedad.
Es necesario un cambio
estructural, un cambio en los roles tradicionales, una conciliación
porque para poder entrar en circulación en el mundo es necesario
poder pensar el dinero y a la mujer le cuesta más hablar de dinero
que de sexo. Históricamente ha estado acostumbrada a trabajar por
amor si no ¿cómo explicar que la mujer, que ha venido dedicándose
al arte culinaria desde tiempos inmemoriales a la hora de hacer de
eso una profesión, sea el hombre el que ocupe los puestos más
relevantes y reconocidos (chefs)? Pero para que un proyecto de vida
se lleve a cabo es necesario la inclusión del dinero, que por otro
lado en un equivalente general que te permite no ya el tener o no
tener, sino el intercambio en la sociedad.
Diferente no significa
desigual, es muy necesaria incluir la diferencia para que el mundo
sea un lugar enriquecedor y con iguales derechos y las mismas
oportunidades. Es un hecho el que en el 1461 en Inglaterra se
denuncie el trabajo de la mujer porque decía ser la causa de la
falta de trabajo en el hombre.
LA IMPORTANCIA DE LA
INDEPENDENCIA ECONÓMICA
El marido de Yerma le
llega a decir: “si necesitas algo me lo dices y lo traeré. Ya
sabes que no me gusta que salgas...la calle es para gente desocupada”
y ella se vuelca en el hecho de ser madre, dada su incomprensión.
Está habitada en la creencia de que algo le falta a la mujer y que a
través de un hijo se va a realizar “va a ser completa”. Sin
libertad económica es más complejo poder alcanzar otro tipo de
libertad como la libertad de pensamiento y la sexual.
Para ser una mujer de
éxito profesional no hay que renunciar a la familia. La mujer ha de
permitirse ser trabajadora, madre, amante y mujer social. Tiene más
que ver con una construcción psíquica que con una social. Más que
elegir ha de ser una suma. La familia es un paso más, no el destino.
¿En qué pensamientos
vivo? ¿Qué espero de mí?Serían interrogantes que desplegarían no
sólo que a veces se utiliza a los hijos, a la pareja, a la sociedad
como escondite por no poder cuestionarme qué responsabilidad tengo
en mi vida, cómo podría transformarla. Aquí el instrumento
psicoanalítico se hace imprescindible, porque hay un saber no sabido
en cada una, una ideología que lleva a caminos donde el paisaje no
se corresponde con la mirada. Incluir la familia, la sexualidad, la
creación....permitirse construir su propia tesis de cómo vivir,
cómo trabajar , una definición de su yo mujer, porque no viene
dado, cada una ha de construirse la suya, y, si se lo permite, la
mejor versión de ella.
No luchar contra el
hombre como si fuera un obstáculo, porque las principales trabas son
ideológicas, de las que ellos también son víctimas, ideología que
se transmite de madres a hijos, actúa en nosotros de una manera
inconsciente, y la vemos en situaciones donde ella abandona su
libertad por la familia , se somete como objeto al deseo del varón y
enloquece ante la posibilidad de disponer economía propia, verdadera
libertad.
Sin una mirada
psicoanalítica que permita detectar y transformar esa realidad,
tejer con las palabras una concepción diferente de mujer, no es
posible la transformación. El cambio empieza en cada uno y cada una
porque no es cosa de mujeres, es cuestión de incluir lo femenino y
lo masculino, una humanidad junto a otra.
Laura López,
psicóloga-psicoanalista
Telf 610865355
www.psicoanalistaenmalaga.com
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