LA ANGUSTIA SUCEDE POR CONFLICTOS PSÍQUICOS. HAY DESEOS QUE SON VIVIDOS COMO PELIGROS



     Cuando se siente angustia, es porque se está implicado. La angustia es estructural, en el sentido que viene a protegernos de un peligro. Decimos que es angustia de castración y esto quiere decir que ante cualquier situación de cambio, frente a los otros, frente a nuestros deseos,  somos ese niño incapaz y que atribuye que el otro lo puede todo.
            Hay deseos que acontecen en todos y que tienen que ver con nuestras tendencias egoístas, amor, deseos irrealizables, hostilidad, celos, envidias... que pulsan por manifestarse. Es nuestra fuente de energía psíquica, que necesitan de una transformación para que puedan encauzarse hacia otros fines. En la angustia hay deseos reprimidos intolerables que a través de los síntomas se realizan de forma disfrazada. Es la solución a una situación interna. El peligro real corresponde a algo exterior y el peligro neurótico o angustia son a las exigencias de instintos que parten del interior. 
            Hay quien queda detenido, se inmoviliza, ante la incertidumbre, la angustia, y cae en los brazos del sopor, de las inhibiciones, y quien es tolerante con sus deseos y sigue entregándose a la vida, a las palabras. La vida es incertidumbre.
            En este punto, es necesario distinguir la ansiedad de la angustia. La ansiedad es más psíquica, tiene que ver con la anticipación, con ese querer controlar todo, preocupación excesiva permanente, querer saber antes de hacer nada, perfeccionistas, visión pesimista del futuro, siempre apresurados, inquietos, creyéndose incapaces... En la persona con ansiedad hay una prisa, querer concluir rápidamente o no iniciar cualquier actividad para evitar la angustia ¿pero eso es vivir, no implicarse en la vida sin experimentar un mínimo de zozobra? Entonces es como si fuéramos bebés ante la imposibilidad de un mundo que nos sobrepasa.
             Lo que ocurre es cómo se resuelven  situaciones internas. Hay quien queda detenido y cae en los brazos de la angustia y quien continúa, tolerando que hay deseos en mí que rechazo y que no sé gestionar. O seguimos haciendo y nos ponemos del lado del deseo o caemos inmovilizados.  Eliminamos la categoría de trabajo, atribuyendo al otro una completud, como si ya se viniera hecho y “yo no tengo” o ·”no puedo”.
            Cuando afecta en el cuerpo ya hablamos de angustia:  taquicardia, sudoraciones, vértigos, cefaleas, insomnio, ahogos, opresión en el pecho, dolor de estómago, diarreas, sensación de perder el control o volverse loco,  puede haber trastornos sexuales como la eyaculación precoz...
Ciertas prácticas sexuales como el coito interrumpido generan  también angustia.
Nuestro cuerpo biológico está articulado con el psíquico, que se rige por las leyes del lenguaje. A veces metáforas, metonimias del deseo que, en  elaboraciones complejas, se escenifican en el cuerpo. En todos nosotros hay amor, odio, deseos, envidias, celos... y dependiendo cómo me relacione con ellos, así gestionaré ese impacto con ese otro de mí que soy pero que desconozco ser . Vivimos entre palabras, lo que no puedo nombrar no existe o hace mella en mi cuerpo, encapsulado.
     A veces el abuso de sustancias es para calmar la angustia.
Hay tratamientos que se utilizan habitualmente como el uso de fármacos, que se convierten en una droga más, donde hay una sedación y  no se trata el conflicto, sino que es un tratamiento sintomático.
            Hay que tratar el conflicto psíquico que produce la ansiedad , ayudar a elaborar la incertidumbre y aprender a gestionar las propias emociones, que no es sin la escucha del Psicoanalista, que sabe que ese síntoma es la producción de un trabajo para manifestar un deseo disfrazado, como en los sueños, una satisfacción sustitutiva. Poner en palabras, aprender a hablar de nuestros conflictos en lugar de escenificarlos en el cuerpo.
             Dejarse llevar no es entregarse a ese otro de mí que temo, porque pensar y desear no es hacer, y hay un solapamiento de los niveles del pensamiento y de la acción.

Laura López psicóloga y Psicoanalista 
en formación continua con Grupo Cero

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