PADRES SEPARADOS: ¿SENTIRSE MAL POR REGAÑARLES?¿CUBRIR DE AMOR EL TIEMPO QUE SE PASA CON ELLOS?




   Cuando hay una separación entre ambos cónyuges y el niño pasa a la custodia del otro, se viven, en ocasiones, situaciones como la que sigue. Hay como una especie de “disputa de amor” en la que se olvida lo necesario para el pequeño/a y, con tal de que no “sienta” cierto desprecio por decirle que no a ciertas cosas, por otro lado muy necesarias para su desarrollo, se olvida de esa función de límite y el niño o la niña pasan a quedarse sin esa función padre, la ley(esto también es aplicable a las madres, no es tanto que sea hombre o mujer, sino la función que toque en determinado momento).
   Hay que tener en cuenta que somos insaciables, un hijo siempre quiere más, des lo que le des, esa decepción siempre va a reinar en el ser humano. Va a “sentir” que no se le ha dado lo suficiente, va a decepcionarse en algo, etc., aunque esos padres hayan hecho lo que dentro de sus posibilidades correspondía. Es necesaria que exista la frustración, que relanza nuestro deseo y nos permite buscar fuera del ámbito familiar, y desarrollar nuestra propia vida.
    No tiene tanto que ver con el padre o la madre físicos que tenga, sino cómo psíquicamente se han elaborado esas funciones, en qué frases se queda y en cuáles no, porque todo pasa por la palabra, pero hay que proporcionarles ese lugar. No olvidemos que los celos, la envidia, el odio, el amor, el deseo, se construyen en torno a las primeras figuras amorosas que son la familia, y hay que tolerar que haya una base de ambivalencia en el seno de estas relaciones. Hay personas que en ese dar infinito mantienen a sus hijos en una dependencia emocional y en un no saber encontrarse en el mundo, porque en su relación con los otros, han de establecer unos vínculos emocionales más adultos, donde los límites, el saber esperar, el intercambio...son necesarios.
   Hay afectos que se reprimen y que “saltan” en situaciones o con personas que nada tienen que ver, por ejemplo. A eso se le denomina transferencia de afectos, y tiene que ver con lo infantil reprimido, esa sexualidad que se pone en juego, que se repite una y otra vez , con las relaciones adultas.
   En muchas ocasiones ese comportamiento con los hijos remite más a sus propios fantasmas familiares, hay algo de su propia visión de su familia primigenia que no está resuelto y que lo actúa ahora con sus propios hijos, y no son ellos , es él mismo en aquella situación. Podemos llamarla como una especie de "pena" que remite a esa identificación. Tal vez celos con sus hermanos, tal vez interpretar su relación familiar como que no le dieron lo suficiente, alguna frase en la que se quedó anclado donde muestra que aún sigue estando presente... Se malcrían a los hijos, cuando en realidad tiene más que ver con la neurosis de los padres. La función padre te habla del límite, de lo que es justo en cada momento, aunque nos desagrade, de que no siempre prima nuestro egoísmo y que no hay un dar ni recibir sin medida, esas son las leyes de la civilización, de lo humano... si no, los convertiremos en pequeños monstruos de nuestro pasado.
  Educar a los hijos no entra dentro del orden del sentir, ni de los gustos, si no de lo que es más convenientte. ¿Estás desarrollando la función que toca en cada momento? Tener problemas a la hora de desplegarlo tiene más que ver contigo mismo, con algo que no tienes resuelto de tu yo infantil que inunda tu yo adulto para embargarte al pasado y estropear ese presente.
  ¿Vale decir que para unos días que lo veo quiero que lo pase lo mejor posible? ¿Acaso el mundo va a ser tan transigente,? Ha de aprender que vaya donde vaya, esté su padre físicamente o no, las leyes van a ser las mismas. Eso, es aprender a simbolizar, y a instaurar esa función en su psiquismo, sino , los volveremos un poco “locos” , donde dependiendo de donde esté, hay padre o no.La ley está presente en el mundo, no lo olvidemos, y la familia es la primera célula de la sociedad. Cuando no está instaurado en su lugar, también puede desarrollar síntomas psíquicos, como la fobia por ejemplo, que en realidad corresponde a un miedo interior que no está puesto en su lugar, es decir, al padre.
   Los niños son muy sensibles a ese “fallo” en esas posiciones y, a través de ciertas conductas (que no siempre tienen la misma lectura), hablan de esas irregularidades. Recomendamos psicoanálisis para los padres que no puedan desarrollar su función correctamente, tengas dudas, les asalte la culpa, etc. 

Laura López, Psicoanalista Grupo Cero
Telf.: 610 86 53 55

www.psicoanalistaenmalaga.com



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