En la reflexión entra en
juego una acción psíquica que en la autoobservación. El hombre que
reflexiona está en tensión, y el que se autoobserva sereno. El que
está sumido en la reflexión ejercita una crítica a consecuencia de
la cual rechaza una parte de las ocurrencias emergentes después de
percibirlas, interrumpe otras en el acto, negándose a seguir los
caminos que abren a su pensamiento, y reprime otras antes que hayan
llegado a la percepción, no dejándolas devenir conscientes. En
cambio , el autoobservador no tiene que realizar más esfuerzo que el
de reprimir la crítica, y si lo consigue acudirá a su conciencia
infinidad de ocurrencias que de otro modo hubieran permanecido
inaprehensibles. Con ayuda de estos nuevos materiales, conseguidos
por su autopercepción se nos hace posible llevar a cabo la
interpretación de las ideas patológicas y de los productos
oníricos. Sigmund Freud
Laura López
psicóloga-psicoanalista
Telf 610865355
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