LOS MENORES (Y LOS NO TANTO) COMO INFRACTORES DE TRÁFICO.
Conducir de forma
temeraria, sin carné, sin seguro, con tasas de alcohol que superan
los límites, con drogas, usando el móvil con las consecuencias de
las distracciones...
Entre las medidas que se
utilizan para contrarrestar las cifras de infracciones cometidas y la
“reirseción” de personas con faltas graves o delitos, se acuden
a métodos coercitivos (sanciones, multas, incluso cárcel en los
casos más graves...) y se atiende a la base educativa como medio
para “interiorizar” las normas, el “tomar conciencia” de las
consecuencias que provocan, sensibilizarles de los peligros, crear
actitudes positivas y modificar hábitos para que eviten conductas de
riesgo.
¿PERO CREEN REALMENTE
QUE ESTO ES SUFICIENTE, QUE ES SOLAMENTE MATERIA DE EDUCACIÓN, DE
QUE NO ESTÁN “CONCIENCIADOS”? El identificarse al otro y decir
“esto me podría pasar a mí “ está bien, pero nos quedamos en
la superficie de la acción. Uno no llega a conductas de riesgo
porque no está “concienciado”, sino que eso responde a una
respuesta ante una situación interna. Es algo que corresponde a otro
plano que el aparente, que lo observable, pero que se sigue
interpretando en base a la “lógica” o a lo razonable.
Ya Freud dijo que lo
psíquico no se podía comparar a nada de lo que conocemos y que
nuestro psiquismo tiene unas leyes propias que hacen que en la
conciencia parezcan absurdas ciertas actuaciones, que haya
resistencias hasta a la curación o que haya agresiones incluso hacia
nosotros mismos. No hay una psicología individial, siempre es
social, porque en nosotros ya está incluido el otro permanentemente.
Nuestras conductas van dirigidas para alguien o para algo, tienen
siempre una razón de ser, y a veces no tiene tanto que ver con el
escenario actual, sino que, por diferentes mecanismos psíquicos y
fenómenos como el de la transferencia, la proyección, el
desplazamiento, la condensación... se ponen en juego en otras
personas y otras situaciones que, por asociación, remiten a otra
original.
Atravesamos nuestra
construcción como ser humano y de entrada en la civilización a
través de la primera célula de la sociedad, que es la familia. En
ella es donde se fundan los afectos, los sentimientos como el amor,
el odio, el deseo, la hostilidad, los celos, la envidia... que son
los deseos sexuales infantiles reprimidos. Sabemos que la represión
juega un papel muy necesario para renunciar a ciertos instintos
infantiles, pero no desaparece esta sexualidad infantil, sino que
esa energía, que puede utilizarse para trabajar, amar, estudiar,
queda viva como los titanes de los que hablan los poetas. LA MORAL SE
INSTAURA COMO CONSECUENCIA DE ESA EDUCACIÓN RECIBIDA, LA LEY, donde
ya se genera en nosotros una instancia que nos hace diferenciar lo
que está bien, lo que está mal. En todos nosotros hay una parte
inconsciente de nuestra personalidad, por así decirlo, que es lo que
nos lleva a una situación y no a otra, a posicionarnos de una manera
y no de otra ante nuestros deseos y nuestra realidad. Sobredetermina
nuestra conciencia.
EN UNA CONDUCTA DE
RIESGO AL VOLANTE hay un TRANSFONDO QUE TIENE QUE VER CON EL SUJETO
PSÍQUICO.
¿Rebeldía, problemas
con la autoridad? Hay conductas de riesgo que remiten a un
SENTIMIENTO DE CULPA, es decir, son personas reincidentes que buscan
castigo en ciertas situaciones. Toman actitudes de riesgo en las que
son pillados, con su consecuente alivio en el castigo, que
corresponde a la culpa por algo que pensó, deseó, fantaseó, pero
que cursa de forma inconsciente.
En ocasiones hay una
DEPRESIÓN,una MELANCOLÍA en la base, dado que es la única
estructura psíquica que LLEVA AL SUICIDIO, por la identificación
con lo perdido (persona, ideal...). Acciones temerarias pueden ser
formas de SUICIDIO ENCUBIERTO, que cursan de base con una
melancolía, una depresión no tratada que conlleva a conductas
suicidas, aunque puede que no sea algo que podamos decir pensado e
intencional, sino que lo sabemos por esos efectos.
También puede estar
relacionado con la rebeldía a la figura de autoridad, un DESAFÍO
que indica una HOSTILIDAD HACIA LA FIGURA PATERNA, hacia el
significante padre, que es correlativo en la sociedad de la Ley.
Puede haber también una
INCAPACIDAD PARA GESTIONAR LA PROPIA VIDA, y la conducción no es más
que una de las esferas que reflejan esto. Transfieren sitauciones
afectivas y conflictos internos en su manera de conducir. Estas
conductas de riesgo también son llevadas en otros ámbitos. NO LE
PASA EXCLUSIVAMENTE EN LA CONDUCCIÓN, SINO EN OTROS MUCHOS ÁMBITOS
DE SU VIDA,
El CONSUMO DE DROGAS,
ALCOHOL, cuando se conduce, también indica una IMPOSIBLIDAD EN LAS
RELACIONES, EN MANEJAR SU VIDA, que les llevan a consumir para CALMAR
ESA ANGUSTIA, PARA EVADIRSE DE UNA REALIDAD que se les hace
imposible, que no aceptan.
Vemos cómo hay una
neurosis de fondo, y LAS INFRACCIONES DE TRÁFICO NO SON MÁS QUE LA
CÚSPIDE DE UN ICEBERG QUE SI NO SE TRATA EN SU BASE, DIFÍCILMENTE
PODREMOS DAR UNA SOLUCIÓN REAL A UNA COMPLEJIDAD COMO ES LA DEL SER
HUMANO.
No podemos globalizar,
sino atender con una escucha especializada, lo que en cada caso
sustenta esa acción, introduciendo educadores formados en el
funcionamiento de la psiquis para permitir que esa persona pueda
posicionarse de manera diferente.
Incluir un plan donde el
psicoanálisis pudiera dar cuenta de esa interiorizacion de la
normas, de los procesos inconscientes que llevan a realizar acciones
tan perjudiciales e incluso a la muerte, sería dar un paso muy
importante en la construcción de la salud y el bienestar de todos.
La educación y la
responsabilidad vial es grupal.
Laura López,
Psicoanalista Grupo Cero
y Psicoóloga Clínica
colegiada AO 06010
Telf.: 610865355
www.psicoanalistaenmalaga.com
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