EL SUEÑO ES COMO UNA REALIZACIÓN DE DESEOS. LA BELLA CARNICERA
«Dice usted que todo sueño es un deseo cumplido -me expone una ingeniosa
paciente-. Pues bien: le voy a referir uno que es todo lo contrario. En él se me niega
precisamente un deseo. ¿Cómo armoniza usted esto con su teoría?»
El sueño a que la enferma alude es el siguiente:
«Quiero dar una comida, pero no dispongo sino de un poco de salmón ahumado.
Pienso en salir para comprar lo necesario, pero recuerdo que es domingo y que las
tiendas están cerradas. Intento luego telefonear a algunos proveedores, y resulta que el
teléfono no funciona. De este modo, tengo que renunciar al deseo de dar una comida.»
Como es natural, respondo a mi paciente que tan sólo el análisis puede decidir
sobre el sentido de sus sueños, aunque concedo, desde luego, que a primera vista se
muestra razonable y coherente, y parece constituir todo lo contrario de una realización
de deseos.
«Pero ¿de qué material ha surgido este sueño? Ya sabe usted que el estímulo
de un sueño se halla siempre entre los sucesos del día inmediatamente anterior.»
Análisis. Su marido, un honrado y laborioso carnicero, le había dicho el día
anterior que estaba demasiado grueso e iba a comenzar una cura de adelgazamiento. Se
levantaría temprano, haría gimnasia, observaría un severo régimen en la comidas y,
sobre todo, no aceptaría ya más invitaciones a comer fuera de su casa. A continuación
relata la paciente, entre grandes risas, que un pintor, al que su marido había conocido en
el café, hubo de empeñarse en retratarle, alegando no haber hallado nunca una cabeza
tan expresiva. Pero el buen carnicero había rechazado la proposición, diciendo al pintor,
con sus rudas maneras acostumbradas, que, sin dejar de agradecerle mucho su interés,
estaba seguro de que el más pequeño trozo del trasero de una muchacha bonita habría de
serle más agradable de pintar que toda su cabeza, por muy expresiva que fuese.
La sujeto se halla muy enamorada de su marido y gusta de embromarle de cuando en
cuando. Recientemente le ha pedido que no le traiga nunca caviar. ¿Qué significa esto?
Hace ya mucho tiempo que tiene el deseo de tomar caviar como entremés en las
comidas, pero no quiere permitirse el gasto que ello supondría. Naturalmente, tendría el
caviar deseado en cuanto expresase su deseo a su marido. Pero, por el contrario, le ha
pedido que no se lo traiga nunca para poder seguir embromándole con este motivo.
(Esta última razón me parece harto inconsciente. Detrás de tales explicaciones,
poco satisfactorias, suelen esconderse motivos inconfesados. Recuérdese a los
hipnotizados de Bernheim, que llevan a cabo un encargo post-hipnótico y, preguntados
luego por los motivos de su acto, no manifiestan ignorar por qué han hecho aquello, sino
que inventan un fundamento cualquiera insuficiente. Algo análogo debe de suceder aquí
con la historia del caviar. Observo además que mi paciente se ve obligada a crearse en la
vida un deseo insatisfecho. Su sueño le muestra también realizada la negación de un
deseo. Mas ¿para qué puede precisar de un deseo insatisfecho?)
Las ocurrencias que hasta ahora han surgido en el análisis no bastan para lograr la
interpretación del sueño. Habré, pues, de procurar que la sujeto produzca otras nuevas.
Después de una corta pausa, como corresponde al vencimiento de la resistencia, declara
que ayer fue a visitar a una amiga suya de la que se halla celosa, pues su marido la
celebra siempre extraordinariamente.
Por fortuna, está muy seca y delgada y a su marido le gustan las mujeres de
formas llenas. ¿De qué habló su amiga durante la visita? Naturalmente, de su deseo de
engordar. Además, le preguntó: «¿Cuándo vuelve usted a convidarnos a comer? En su
casa se come siempre maravillosamente.»
Llegado el análisis a este punto, se me muestra ya con toda claridad el sentido del
sueño y puedo explicarlo a mi paciente. «Es como si ante la pregunta de su amiga
hubiera usted pensado: "¡Cualquier día te convido yo, para que engordes hartándote de
comer a costa mía y gustes luego más a mi marido!" De este modo, cuando a la noche
siguiente sueña usted que no puede dar una comida, no hace su sueño sino realizar su
deseo de no colaborar al redondeamiento de las formas de su amiga. La idea de que
comer fuera de su casa engorda le ha sido sugerida por el propósito que su marido le
comunicó de rehusar en adelante toda invitación de este género, como parte del régimen
al que pensaba someterse para adelgazar.»
Fáltanos ahora tan sólo hallar una coincidencia cualquiera que confirme nuestra solución. Observando que el análisis no nos ha proporcionado aún dato alguno sobre el «salmón ahumado», mencionado en el contenido manifiesto, pregunto a mi paciente: «¿Por qué ha escogido usted en su sueño precisamente este pescado?» «Sin duda -me responde- porque es el plato preferido de mi amiga.» Casualmente conozco también a esta señora y puedo confirmar que le sucede con este plato lo mismo que a mi paciente con el caviar; esto es, que, gustándole mucho, se priva de él por razones de economía.
Este mismo sueño es susceptible de otra interpretación más sutil, que incluso
queda hecha necesaria para una circunstancia accesoria. Tales dos interpretaciones no se
contradicen, sino que se superponen, constituyendo un ejemplo del doble sentido
habitual de los sueños y, en general, de todos los demás productos psicopatológicos.
Sigmund Freud
Laura López, Psicoanalista Grupo Cero
Telf.: 0034 610 86 53 55
www.psicoanalistaenmalaga.com
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