LA PIROMANÍA: QUIEN JUEGA CON FUEGO SE QUEMA

 




    Hay determinadas épocas en el año donde se disparan más las alertas acerca de los incendios forestales. La incidencia del los rayos solares, el clima seco así como el terreno pueden propiciar tanto la declaración de un incendio como su propagación. Sólo un cinco por ciento de los incendios son debidos a causas naturales, es decir, son producido por ejemplo por la caída de rayos en las tormentas eléctricas, por región volcánica... La mayoría están causados por actividades humanas. O bien por negligencias (como fuego mal apagado, colillas encendidas, basuras con vidrios...), o por causa intencional para desforestar. En un porcentaje menor vemos que hay personas que tienen una fijación especial en provocar incendios. Hablamos de la piromanía, caracterizada porque la persona provoca intencionadamente incendios y se produce en la persona una tensión o activación emocional antes del acto y una fascinación, interés y atracción por el fuego en el momento del incendio, apareciendo una sensación de liberación y bienestar.


    La palabra piromanía viene del griego piro que significa fuego, también relacionada con el ardor y la pasión. Por ejemplo tenemos la palabra piropo, que tiene la misma etimología. La palabra manía deriva de furia, demencia.


    La piromanía corresponde a un trastorno relacionado con la perversión y al control de impulsos. La perversión está contenida en nuestra predisposición sexual normal, pero cuando presenta caracteres de exclusividad y fijación es cuando puede ser patológica. Hay una fijación en la perversión en una única forma de gozar, una repetición de la misma. Su deseo está cercenado a ese goce (por ejemplo está el fetichismo, voyeurismo...). En la piromanía es al acto de provocar fuego.


    Para que entendamos esto, indicar que en nuestra vida para construirnos, hemos de atravesar pasajes en nuestro desarrollo que han de incluir la diferenciación sexual: hombre y mujer. El niño atribuye a la madre, la persona que se ocupa de sus necesidades, en una época de su desarrollo, un poder especial que realmente no tiene. Ella es una persona mortal, una mujer, y es necesaria una decepción en esa atribución. Además que es el primero objeto amoroso al que hay que renunciar para poder sustituirla, entrar en la civilización. Pero el pirómano vuelve a  esa posición infantil y no renuncia a ella. Teme perder esa atribución. Esto acontece de forma inconsciente, en su realidad psíquica.


    En la persona con piromanía no acepta ese paso. La castración es un concepto teórico que habla de esa amenaza, ese apuntalamiento a renunciar a ese primer objeto amoroso que es la madre. A partir de entonces la madre pasará a estar prohibida. Ese deseo infantil tiene que reprimirse para poder sustituirla por otras mujeres, dar un cauce más adecuado a esas pasiones infantiles, instaurar la ley en él, aceptarla. No acepta la ley del padre, la prohibición , hay una fijación incestuosa, donde no puede sustituir.  En el pirómano hay una fijación infantil a ese momento, donde no acepta. Sabe cuál es la ley pero no la acepta. Entonces prende la llama, provoca el fuego, goza de ello, pero es un goce prohibitivo que tiene una consecuencias. Es un delito que tiene un castigo. De hecho en la escena de muchos de los incendios provocados por pirómanos se averigua después que estaban en ese escenario, colaborando en su extinción, incluso habían alertado a los vecinos. Son delincuentes también por sentimiento de culpa.


  


 También el fuego tiene una connotación cultural. Es con la conquista del fuego, que también en el ser humano humano se le atribuye un paso en la civilización. Se conquista el fuego, se produce, pero dentro de unos límites. Sigmund Freud trae el mito de Prometeo dándonos luz a esta cuestión en su texto Sobre la conquista del fuego (1931).
En el mito de Prometeo, éste transporta el fuego que le roba a los dioses en un bastón hueco, en un rama de hinojo. Es una clara alusión al genital masculino. Los símbolos, las metáforas y la transformación en lo contrario, son mecanismos psíquicos que se utilizan para disfrazar una verdad psíquica. No es el fuego lo que alberga el tubo fálico, sino el medio para extinguir la llama, es el liquido, el chorro de orina. En el órgano genital masculino hay dos funciones, la de eyaculación y la micción. En las teorías sexuales infantiles incluso hay un momento en el que los niños creen que el hombre orina en el vientre de la mujer. Pero las funciones de la micción y la de eyaculación son incompatibles, como el agua y el fuego. Los procesos urinarios también están en relación con la excitación sexual y el fuego era algo similar a las pasiones amorosas : un símbolo de la libido. El calor del fuego irradia la misma sensación que acompaña el estado de excitación sexual y la llama recuerda al genital masculino activo.


    El hecho de que a Prometeo le castigaran con que es encadenado a una piedra y un buitre royera diariamente el hígado, tiene un significado. El hígado hace referencia, en la época de la antigüedad, a las pasiones, a los deseos. El castigo sufrido por Prometeo es para un delincuente instintivo. Está bajo el impulso de deseos ofensivos, que en el pirómano tienen que ver con esa llama robada a los dioses, es decir al padre.


    Hemos hablado de la mitología griega, del mito de Prometeo, pero en diferentes puntos terrestres, en otras poblaciones que nada tienen que ver las unas con las otras, también se desarrollan historias con la misma temática. No puede ser casualidad. Hablan de una verdad universal.


    Vemos entonces que la piromanía tiene que ver con la sexualidad infantil reprimida, plasmada también en la mitología, donde es como si hubiera en él una regresión en el camino de su desarrollo. Hay en él una particular organización de su libido, donde la satisfacción la alcanza en ese plano.

    La llama de su pasión le lleva a ser un delincuente, porque sigue en esa estela incestuosa, está prohibido. Conoce la ley pero se la salta, no la acepta.

    Recomendamos psicoanálisis. Hay una diferencia entre ser un delincuente y darle otro cauce a esas  pasiones, otro cauce que sí esté permitido.  El psicoanálisis permite abrir el campo de la palabra, para poder transformar aquello que nombra, el deseo. Un espacio donde poder transformar la forma de gozar. Quien juega con fuego se quema.



Laura López, psicoanalista en formación

con la Escuela Grupo Cero y

Psicóloga colegiada.


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