¿POR QUÉ EXCLUIRSE?

 



   No estamos solos, menos mal, nacemos entre otros y aún así hay quien intenta aislarse por las dificultades de la gestión consigo mismo y los demás. Pero es una imposibilidad, el otro siempre está incluido en cada uno de nosotros y cuando no están esos lazos puestos en la realidad, se establecen relaciones en lo imaginario. Y eso puede jugar muy malas pasadas, porque ya no es el otro, es la imagen que tengo del otro que siempre escenifica más que nada nuestra realidad psíquica, nuestros deseos, nuestra bronca con nosotros mismos, nuestros fantasmas libidinales que vuelven a aparecer.

   Nos necesitamos, esa es la maravillosa realidad. Nacimos carentes, no somos perfectos, ni completos, sino que necesitamos de los demás para vivir, para crecer, trabajar, reír, amar, ser felices... A veces se consume la vida en querer más, en esa exigencia, presión ¿por llegar a dónde? ¿por tener qué? Es un desplazamiento psíquico, neurótico que habla de esa ilusión de completud tan infantil. Estamos en un mundo muy competitivo, con altas cuotas de exigencia donde la ideología de satisfacción es a través de lo material: el mejor regalo, el coche mejor, la mayor casa con las últimas tecnologías, el teléfono de última generación....”Yo tengo tú no tienes”, donde se juegan también, además de la ética de los bienes, tendencias propias del individuo, sujetos a satisfacciones inmediatas, a la vida psíquica infantil y en la imposibilidad de cooperar con el otro, de sumar. Dar lo mejor de nosotros mismos, esforzarnos, talante y talento y más exigencia, más individualismo...¿por qué no sumar, sabiendo que nos construimos con otros, sumando fortalezas? Es en la cooperación que podemos alcanzar logros mejores para todos, depositando esa confianza imprescindible para ello. Si el otro puede, podemos todos, estamos incluidos, somos parte de ello. ¿Por qué excluirse?

   No sabemos valorar lo que realmente es importante. Seamos sinceros, el subidón del momento, o ese pequeño placer inmediato no da felicidad, luego se cae en un vacío, una tristeza. Las apariencias, marcan nuestra era digital. Nos perdemos en el verdadero camino, apreciar las cosas importantes de la vida. Algo que uno hace junto a otros, que nos transforma, que nos une, que nos hace amar, estar en compañía. Trabajar por algo que otros se van a beneficiar nos hace sentirnos útiles, amamos en ese gesto, nos sumamos a la cadena humana.

   Hay un gasto enorme en protocolos, metodologías en instituciones, empresas, planes para hacernos más eficientes, más perfectos, llenos de pautas cuando lo verdaderamente importante es que uno pueda estar en su función, vivir en el deseo, la relación con los demás, escuchar, hablar, que van a marcar el desarrollo, el aprendizaje, el desempeño laboral, a quién dedico los éxitos, los fracasos, el miedo, la intolerancia, los celos, la envidia, deseos que rechazamos en nosotros...van a suponer una brecha para nuestra vida, un muro con el que estamparnos una y otra vez si no lo hablamos en el diván y son interpretados en la historia de nuestro desear, en cómo se repiten en diferentes escenarios ciertas tendencias que es mejor modificar.

Inclúyete, habla, conócete y transfórmate en tu proceso psicoanalítico. Juntos se vive mejor. No estamos solos, menos mal.


Laura López Psicóloga y Psicoanalista

en formación continua con Grupo Cero.

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