MECANISMO DE LA NEUROSIS OBSESIVA. NEUROSIS OBSESIVA Y TABÚ
El psicoanálisis nos ha descubierto el desarrollo clínico y el mecanismo psíquico de la neurosis obsesiva.
Como ejemplo del primero expondremos el historial clínico de un caso típico de "delire du toucher:" (delirio de tocar): En la más temprana infancia del sujeto se manifestó un intenso placer táctil, cuyo fin se hallaba harto más especializado de lo que pudiera esperarse. A este placer no tardó en oponerse, desde el exterior, una prohibición de realizar los actos con él ligados (tanto el placer como la prohibición se refieren al tocamiento de los propios genitales), prohibición que fue obedecida por apoyarse en importantes fuerzas interiores (en la relación con las personas amadas por el niño, de las que emanaba la prohibición), merced a las cuales se demostró más vigorosa que la tendencia que aspiraba a manifestarse en el contacto.
Pero a causa de la constitución psíquica primitiva del niño no consiguió la prohibición de suprimir la tendencia. Su resultado fue tan sólo el de reprimirla y confiar el placer táctil en lo inconsciente. Pero tanto la prohibición como las tendencias continuaron subsistiendo: la tendencia, por no haber sido suprimida, sino tan sólo reprimida, y la prohibición, porque sin ella hubiera penetrado la tendencia en la conciencia y habría impuesto su realización. De este modo quedó creada una situación intencionada, una fijación psíquica, y todo el desarrollo ulterior de la neurosis se deriva de este duradero conflicto ante al prohibición y la tendencia .
El carácter principal de la constelación psíquica así fijada reside en aquello que, según la acertada expresión de Bleuler, podríamos llamar la actitud ambivalente del sujeto con respecto al objeto, o más bien el acto prohibido. Experimenta del continuo el deseo de realizar dicho acto – al tocamiento - pero le retiene siempre el horror que el mismo le inspira.
Esta oposición de las dos corrientes no resulta fácilmente solucionable, pues la localización de las mismas en la vida psíquica excluye toda posibilidad de encuentro.
Mientras que la prohibición es claramente consciente, la tendencia prohibida, que perdura insatisfecha, es por completo inconsciente y el sujeto la desconoce en absoluto.
Si así no fuera, no podría la ambivalencia mantenerse durante tanto tiempo ni producir las manifestaciones que acabamos de referirnos.
Sigmund Freud Tótem y tabú 1912-13
Laura López, psicóloga colegiada y
psicoanalista en formación continua con
Grupo Cero
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