EL CONSUMO DE ALCOHOL: CUANDO EL MALESTAR HABLA A TRAVÉS DEL SÍNTOMA
El alcohol ocupa un lugar cotidiano y ampliamente tolerado en nuestra cultura. Está presente en celebraciones, encuentros sociales e incluso como parte de rutinas diarias. Esta naturalización hace que muchas veces resulte difícil trazar la línea entre un consumo considerado "normal" y uno problemático.
Según la Organización Mundial de la Salud, el alcoholismo se entiende como “cualquier deterioro físico, mental o social en el que el alcohol juega un papel causal significativo”.
Se calcula que más de 400 millones de adultos en el planeta —aproximadamente un 7% de la población mundial— padecen trastornos relacionados con el consumo de alcohol. Este dato, lejos de ser solo estadístico, revela una tendencia profunda: el alcohol continúa funcionando como una vía común para acallar el malestar psíquico.
Más allá del consumo: una mirada psicoanalítica
Desde el enfoque del psicoanálisis, el abuso de alcohol no se reduce simplemente a una cuestión de voluntad o una condición biológica. Cada historia de consumo tiene detrás una configuración psíquica singular, donde el alcohol aparece como intento de solución frente a conflictos internos no resueltos por otras vías.
Anestesia emocional y escape de lo insoportable
Muchas personas encuentran en el alcohol una forma de regular su mundo emocional. Para unos es una vía de escape, para otros una manera de silenciar el dolor o huir de aquello que no logran enfrentar. Es una "muleta" que alivia momentáneamente, pero que deja como saldo una carga emocional más pesada, una sensación de vacío y, frecuentemente, un sentimiento de culpa.
Con el tiempo, la relación con el alcohol deja de ser una elección y se convierte en una necesidad. Se transforma en un modo de funcionamiento que invade otras áreas de la vida: vínculos afectivos, trabajo, imposibilidad de desarrollar el futuro...
¿Qué hay detrás del abuso?
No se trata del alcohol como sustancia, sino del sentido que adquiere en la vida del sujeto. ¿Qué intenta callar quien bebe? ¿Qué angustia busca sofocar? Pueden ser pérdidas, dificultad de gestión emocional, tensiones familiares, temores profundos, o simplemente el rechazo a la propia vida. Lo que se manifiesta como adicción es, una forma de no poder decir con palabras, de elaborar ciertas situaciones vitales.
Prohibiciones, castigos o llamados a la voluntad difícilmente sean eficaces. Lo transformador ocurre cuando la persona puede revisar, a través de un proceso psicoanalítico, qué papel juega el alcohol en su economía psíquica, qué desea evitar, y cómo canalizar aquello que reprime, de lo que huye con la formación de los síntomas.
Repetición, impulso y compulsión
El sujeto adicto suele vivir atrapado en una compulsión a la repetición. El consumo se vuelve una necesidad imperiosa. El alcohol se convierte en un objeto que llena momentáneamente un vacío, pero que no resuelve nada de fondo. Además, esta dinámica puede estar estrechamente ligada a otros padecimientos como la depresión, la ansiedad o el estrés crónico.
Lo oral como vía de goce
En los primeros momentos de la vida, el vínculo con el mundo comienza por la boca. El acto de succionar, más allá de la necesidad alimenticia, se convierte en la inauguración de un goce. En el alcoholismo se reactivan esas primeras formas de goce oral, y puede regresarse a esa manera primitiva de buscar satisfacción, volviéndose como una fijación.
El consumo compulsivo no solo expresa una relación con el alcohol, sino una forma de estar en el mundo, de vincularse y de desear. En muchos casos, hay una gran dificultad para encontrar otras fuentes de placer, otros modos de satisfacción más elaborados.
El camino hacia el cambio
Para lograr una transformación real y duradera, es fundamental un abordaje que incluya el psicoanálisis. De lo contrario, es probable que la compulsión se desplace a otro objeto o hábito, sin resolver la estructura que sostiene el padecimiento.
El tratamiento implica que la persona pueda reconocerse como sujeto de deseo, capaz de canalizar sus conflictos de una forma diferente. La clave está en entender qué hay detrás de ese consumo, qué se repite, qué angustia al sujeto que no puede ser elaborada, y se busca esa vía de escape.
Laura López – Psicóloga y Psicoanalista
www.lauralopezgarcia.com
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