LAS OBSESIONES GOBIERNAN MI VIDA ¿ESTARÉ ENLOQUECIENDO?
Las obsesiones es
un trastorno más común de lo que se piensa,
que a veces se disfrazan social y familiarmente como “manías”,
“rarezas” por las cuales se tilda a la persona con la
denominación de “rara”. Lo que puede pasar desapercibido llega
a convertirse en un auténtico calvario al no poder librarse ni de
los pensamientos ni de ciertos rituales para aliviar la angustia que
le asalta y claro, no desaparecen solos, sino que van a más. Quien
padece de estas obsesiones, de una neurosis obsesiva, o de un toc, lo
viven como algo extraño a su persona y de nada sirve que se les
explique, se les razone que son pensamientos
y conductas absurdas. No es por el hecho de saber, de razonar, no
es de ese orden, si no bastaría con leer unos cuantos libros y
pensar que es absurdo. Estamos hablando de un trastorno que
imposibilita para realizar cualquier actividad, ya sea para trabajar,
para las relaciones...a veces se vive en silencio, pues temen que
los demas los tomen por “locos”. Pensamientos, imágenes de
muerte, agresión a familiares, blasfemias, imágenes
sexuales...todo ello con sus correpondientes rituales, en
principio para distraer esos pensamientos, luego como acto
simplemente: comprobar la llave del gas, las puertas,
limpiarse las manos una y otra vez, no pisar las líneas de las
baldosas, presignarse una y otra vez antes de empezar el día, al
entrar en sitios, vestirse siempre en el mismo orden...suelen
recurrir a actos de la vida cotidiana que realizan a menudo pero que
ahora se convierten en un ritual imposible de sobrellevar.
Lo que debemos saber es
que nuestro psiquismo tiene unos mecanismos propios que no son del
orden de la lógica de la conciencia. Todos tenemos una instancia
denominada inconsciente, otra preconsciente y otra inconsciente. En
el inconsciente se encuentra nuestra memoria, nuestros afectos,
nuestros sentimientos, los recuerdos... A lo largo de nuestro
desarrollo, a través de la educación, se van reprimiendo ciertas
tendencias hostiles, agresivas, deseos...que no son lícitos para
vivir en sociedad, para formar la civilización y que por un lado
abrigamos todos. A raíz del pasaje del Complejo de Edipo es que se
funda el aparato psíquico, donde estos deseos, tendencias, no
desaparecen, sino que se renuncia a ellos, se reprimen.
A veces puede ocurrir que pueden resultar tan
intolerables, no ya sólo a comunicárselos a otros, sino a
reconocerlos nosotros mismos, que se generan una serie de procesos
psíquicos, produciendo la enfermedad como solución. Basta con
desear para que ese policía interior, llamado superyo, esa moral tan
estricta, nos castigue. Para la realidad psíquica es como si
estuviera realizado, de ahí la necesidad de castigo. Es por ello de
esos rituales tan absurdos, como si pareciera expiar una culpa por
ahí. Digamos que podría ser equiparable a una especie de religión
a menor escala, donde todo pecado tiene una penitencia, es decir,
esos ceremoniales que se realizan para salvar tu alma y limpiarte de
pecados. El obsesivo se siente culpable de algo que desconoce, de
algo que no cometió y necesita de castigo. Lo que se ve, los
rituales, esos actos, son absurdos, pero tiene un sentido simbólico,
quieren decir algo. Necesitan de una traducción, de una escucha
diferente, al igual que los jeroglíficos los vemos faltos de sentido
y los sueños, cuando lo que encubren es toda una historia de deseos
en la realidad psíquica. El síntoma es un disfraz, un sinsentido
para la conciencia que encubre todo un conflicto de fuerzas psíquicas
que luchan en el individuo.
Por ello es que la
inteligencia no juega en la persona que lo
padece ningún papel, más bien al contrario, suelen ser los
obsesivos personas muy inteligentes y de una moral muy pulcra y
cuadriculada. Suelen tener un proceso, primero son las ideas,
luego los pensamientos, y después los actos, por eso es importante
acudir cuando no esté tan afianzado, para resolverlo antes. Su
cerebro ni está dañado, ni degenerado, simplemente que somos seres
habitados en el lenguaje y hay palabras, pensamientos que pueden
llegar a llevarnos a construir una enfermadad como solución. Si una
palabra puede generar que una persona se ruborice ¿qué podrá
generar un deseo que tan siquiera puedo pronunciarlo?¿cómo huyo de
él?No se puede huir de uno mismo mas que con la enfermedad.
El psicoanálisis es, por todo esto, la única terapia que resuelve
el 100% de los casos si se mantienen en el tratamiento.
Laura López,
psicóloga-psicoanalista
Telf.: 610865355
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