EL MUNDO AÚN ESTÁ EN LA ETAPA ANAL



   El niño pasa por diferentes etapas en la conquista de su cuerpo y su relación con el medio. Va adquiriendo su ser psíquico y social, renunciando a sus tendencias adquiridas para convertirse en un ser civilizado. La sociedad es reflejo de esta evolución psíquica, que también es social.

   Primero está la etapa oral, donde se instaura el goce en la boca y aprehende el mundo a través de la zona bucal, montado en la necesidad. Llora y aparece el pecho de la madre, el biberón... Introduce los alimentos en la boca, cosas de su entorno, en esa investigación. Le sigue la etapa anal, donde se forja el carácter y acontece la expulsión y retención. La relación con la función madre, cómo la maneja, es a través de los excrementos, donde está pendiente si hace o no caquita. Se relaciona también esta etapa con la obstinación del carácter y la tacañería. Después acontece la etapa fálica, donde hay un descubrimiento de las zonas genitales del cuerpo, con una hegemonía del las mismas, y donde se pone en juego la atribución, y la regulación de las relaciones. Después acontece la latencia y, tras ella, la metamorfosis de la pubertad. En el recorrido se forjan las diferencias, las posiciones psíquicas necesarias, la cuestión de la circulación de la economía libidinal (que tiene que ver con cómo manejamos también el dinero y las relaciones), la instauración de la Ley psíquica, el ser femenino y masculino en cada una de las personas....Al fin y al cabo el acceso a la humanidad.

   Pero vemos que, tal y como los acontecimientos en el mundo se van desarrollando, podríamos pensar que estamos en la etapa anal. El reflejo de lo que acontece en la sociedad está intrínsecamente articulado a lo psíquico, es decir, hay una sobredeterminación psíquica y otra económica. Nos encontramos sumergidos en el sistema capitalista, donde, según la teoría del valor de Marx, hay una materia prima, fuerza de trabajo y mercancía. Se genera una plusvalía en este sistema, donde lo que interesa es el consumir. Se suben al carro del consumo también la clase obrera, alienados a un sistema donde impera consumir. La necesidad ya no es sólo lo que podríamos llamar básico para la subsistencia, sino lo que entra en el orden de ser una satisfacción fantaseada. Alcanzar la apariencia, seguir al sistema donde el mal reparto de la riqueza, no forja a la acción transformativa, porque se está sumergido en la misma ideología.

   Retener, expulsar, comprar, consumir, tirar. ¿Dónde están los valores del ser humano? Te venden que la felicidad es tener una casa, un coche, ropa de tal o cual marca. Influencers, youtubers, multinacionales...todos subidos al carro del sistema que nos dice eso es la felicidad. Y lo peor es que padecemos de esa ideología, no nos damos cuenta, se vive con el piloto automático, donde lo que se critica no es para transformarse, sino para señalar lo que también se es, lo que se haría si se ocupara el otro lugar.

   ¿Dónde está el amor por el otro? Estamos en relaciones de expulsión y retención, donde el materialismo se introyecta en sus distintas versiones: ropas, viajes, plásticos.... luego a expulsarlo todo y a llenar de porquería el mundo. Una relación anal. La circulación del dinero no está, se retiene y se expulsa. Compro tal y lo convierto en estiércol y otra vez a empezar. Ninguna riqueza. ¿Qué valor de uso tiene?
Hay una relación entre el amor, el dinero y la defecación. En los tratamientos psicoanalíticos vemos cómo está relacionado en las personas con trastornos nerviosos la erotización de la zona anal, en relación con el dinero y el amor. Cómo hacen del uso del dinero habla de su sexualidad (en psicoanálisis está incluida la genitalidad, pero es más amplia, refiriéndose a la relación los propios deseos y el exterior, todo lo tocado por la palabra). Tacaños, desprendidos...muestran esa relación con los deseos y el medio.

   Vemos cómo el dinero aparece en las fábulas, mitologías, supersticiones, en los sueños y en la neurosis. Está relacionado con la inmundicia (el dinero es una porquería, por ejemplo, frase que se utiliza). El oro que el diablo regala a sus protegidos se transforma en estiércol.

   El uso del dinero también es anal, comprar para convertir en estiércol, millones de basuras que asolan el planeta. El diablo representa la vida reprimida inconsciente, una proyección de nuestros propios afectos. En lugar de hacer que el dinero circule, de equivalente símbólico a a equivalente general, que se invierta en salud, educación, cultura, arte...que puedan ejercer en el ser humano un efecto donde ya no serán unas vidas vacías llenas de porquería, sino de algo por hacer, de dar lo que no se tiene a quien no es, entrar en el orden del deseo humano, no de la analidad, un uso perverso. El psicoanálisis hace posible transformar esa inmadurez, esa posición infantil en los usos actuales del dinero, las relaciones, el amor, el trabajo, la cultura.
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  Sigmund Freud ya lo indicó, que debía de psicoanalizarse toda la humanidad. No dejemos que el mundo sea un retrete de perversidades, maduremos y sin transformar esa ideología que subyuga, es imposible.

Laura López, Psicoanalista Grupo Cero

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