LA RELACIÓN CON UNO MISMO Y LOS DEMÁS. EL CARÁCTER Y LAS MODALIDADES PSÍQUICAS
Jean-Jacques
Rousseau decía que todos nacemos buenos y es la
sociedad la que nos corrompe. Hobbes señalaba, en cambio, que el
hombre es un lobo para el hombre. Ni buenos ni malos, en el ser
humano existen ambas posibilidades. Somos capaces de llegar a la
Luna, de realizar las mejores acciones al próximo y también de
llegar a las peores acciones.. El eros y el tánatos se conjugan en
nuestras disposiciones. Amamos y odiamos a la vez, hay en todos
nosotros una gama de tendencias que se van forjando en nuestro
desarrollo y que hablan de lo que incluimos o rechazamos, de lo que
es hostil en nosotros porque es vivido como una separación de un
ideal, el trabajo psíquico de incluir lo diferente....
Del narcisismo
necesario para preservar la conservación de nuestro yo y de la suma
de incluir a otros para vivir, para poder ir más allá de nosotros
mismos y generar una vida posible, se juegan todas nuestras
disposiciones infantiles: aceptación de la ley, los límites, la
generosidad para que haya una circulación, un circuito de
intercambio. Pasar de la relación con la oralidad (incorporar-
rechazar), con lo anal (retener-expulsar), la aceptación de las
diferencias, funda en nosotros una realidad psíquica que va a
dirigir nuestras relaciones con el mundo cada vez . Nada se
supera en el ser humano, sino que se incluye, se articula en todos
nosotros y puede haber fijaciones a esas modalidades infantiles en
nuestra vida. Hay una realidad compleja en todos nosotros que
explica los argumentos de esas tendencias a apropiarse de lo ajeno, a
gobernar bajo los propios intereses, pisar al otro, no incluirlo como
semejante, negar el trabajo de otros que han sido imprescindibles
para seguir sumando....
Cuando en la
persona hay un rasgo que se repite, una particularidad, hablamos de
que goza de esa manera, habita en una estructura psíquica que
repite y que no tiene en cuenta las condiciones de la realidad.
Hay algo infantil en ese sujeto, un retorno a momentos de la
constitución infantil, como por ejemplo la tacañería que está
relacionado con la etapa anal, donde se relaciona con el otro en
modalidades de expulsión y retención. No puede con el intercambio,
con lo simbólico. La energía sólo sirve si circula, no somos
iguales con todo el mundo, pero en esa obstinación, habla de que no
discrimina, es una modalidad donde lo hace siempre de la misma
manera . Hay algo que no puede dar, algo que inconscientemente
habla de la imposibilidad de generar su sujeto social, de aceptar la
mortalidad.. Hay una ley psíquica que se tiene que instalar para que
funcione nuestro aparato psíquico y nuestra relación con el mundo
y si no se hace adecuadamente, va a funcionar con esas modalidades
fallidas. El psicoanálisis permite esa modificación, ese fallido
en uno.
Elegimos cada día,
en el camino de la corrupción o el de la honradez, en el de la
mentira o el de la verdad, entendida como la ética del deseo. Somos
culpable de traicionar a nuestro deseo, de traicionarnos a nosotros
mismos, al camino de lo humano. Si nos traicionamos a nosotros
mismos ¿qué no haremos con los demás? Nadie nace ni bueno ni
malo, se va construyendo con trabajo, con decisiones. En todos
nosotros hay tendencias amorosas y destructivas. No querer saber
de ello nos lleva a reprimir esas tendencias que luego vuelven con
más fuerza en forma de síntoma, de apartamiento de la realidad,...
las neurosis nos hace construir un mundo paralelo, paranoico,
fijados a fantasmas, a palabras que nunca fueron puestas en la
realidad, como un circuito imaginario. Fijados a modos infantiles se
es tacaño, obstinado, donde retiene y se expulsa al otro, no hay
lugar a las palabras, al intercambio, o los límites no están y soy
cómplice del sometimiento a ideales donde sólo estoy yo y mis
circunstancias, a dobles discursos donde la ley es para el otro y yo
me la salto en la menor oportunidad, tengo problemas con la autoridad
y busco la trampa.
Ninguna decisión
es pequeña o sin importancia, todas nos conducen en un sentido u
otro.
Querer conseguir la
cosas sin esfuerzo es lo que lleva al hombre a la ambición extrema,
la codicia sin límites. Se puede llegar a ser Robinsones del ser
y del tener en islas vacías.
Hay ciertas
estructuras que psíquicas que se repiten, que no tienen en cuenta
las condiciones de la realidad y se relacionan con un retorno a
momentos de la constitución infantil. Hemos de tener en cuenta
que el ser humano se construye, y en el niño se transmiten y se
conquistan años que la humanidad ha recorrido. Pasamos del primitivo
que se apodera de lo que tenía el otro a golpe de mazo, que era
egoísta, y que primaban sus tendencias individuales, al que tuvo que
incluir a los otros, instaurar una ley porque la historia se repetía
cada vez: la eliminación del otro para ocupar su lugar.
En nuestro
psiquismo está toda esa historia filogenética y ontogenética. Es
como un si estuviéramos atados a un resorte de gomas elásticas
donde cada vez se puede caer en una vuelta a posiciones anteriores si
no hacemos un trabajo para transformar nuestras posiciones ante ese
otro de mí que dirige mi vida. El psicoanálisis permite
construir nuestro ser psíquico y social redimensionar nuestra manera
de gozar y construirnos en el camino de la vida junto a otras
personas.
Laura López Psicoanalista en formación continua con Grupo Cero
y psicóloga colegiada
www.lauralopezgarcia.com
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