LA COMUNICACIÓN EN LA PAREJA TIENE QUE VER CON HABLAR LO MÁS CONVENIENTE, Y SIEMPRE ESTÁ GENERADO POR LOS PROCESOS INCONSCIENTES
La
comunicación en la pareja es uno de los problemas más frecuentes
por los que se acude a terapia. Hablar no es tan fácil, porque no es
la mera pronunciación de palabras. Para una buena comunicación
hemos de tener en cuenta qué digo, para qué y a quien. También
una cosa es lo que digo, digamos el discurso manifiesto, y otra lo
que se esconde con eso que digo, que es lo latente. De esta manera,
conversaciones aparentemente superficiales hablan de otras cuestiones
de fondo que no pueden salir a la luz.
¿No
les pasó alguna vez que, empecinados en algo superfluo, se ha
despertado una tormenta emocional? Esto tiene que ver con que en
realidad estaban implicados otros aspectos. ¿Y qué es lo que está
implicado y que no se puede hablar? No es del orden de la conciencia,
de algo que esté “tapado” y que no se quiera decir. Tiene que
ver con lo que nos sobredetermina, los pilares de nuestro ser humano.
Por ejemplo, nuestras estelas infantiles familiares, que en las
relaciones actuales se ponen en juego. Así, puedo estar discutiendo
con mi pareja y estar en posición de demanda, como si fuese aquel
niño o niña con mi mamá. Las relaciones actuales son una
sustitución de las primeras y hay formas de relacionarnos que tienen
más que ver con posiciones infantiles que adultas, que ya requieren
de pactos, postergar la inmediatez, alcanzar una madurez donde se
incluyan las diferencias.
Es
importante también que la pareja no es alguien a quien hay que
contarle todo y de cualquier forma. A veces está más el ánimo de
molestar que hacer lo más conveniente para la relación. Por
ejemplo, contar detalles de lo que hago con otras personas y los
sentimientos que me afloran, como si de un confesor se tratase, puede
producir que se llene de fantasías y teja situaciones donde los
celos le nublen. Tengamos en cuenta que la gama de afectos está en
todos nosotros y la otra persona no es tu mamá a la que le contabas
todo. Las relaciones adultas son más del orden de lo conveniente.
La
conversaciones son un motor para producir deseos, pero claro, si le
relato lo que he hecho en el día como si fuese una agenda, no estoy
implicado, no me juego en el factor sorpresa. Es como si tuviese
miedo de lo que las palabras puedan llegar a decirse entre sí.
Hablar tiene que ver con dejarse hablar, que siempre se va a producir
algo que no había planeado. Se goza cuando me veo sorprendido con
las frases. Las conversaciones no se pueden prever como tampoco
puedo saber lo que la otra persona va a responder. En ocasiones, es
como si se pusieran vallas de contención, temiendo lo que soy pero
desconozco ser.
Si no
pones palabras con el otro te estás comunicando contigo mismo. Pero
muchas veces, también se habla con uno mismo cuando no está la
escucha y lo que importa es realizar el monólogo. Es un pensamiento
anterior la razón. En Descartes, era pienso luego estoy, pero desde
el pensamiento psicoanalítico es pienso donde no soy. En la
comunicación en pareja a veces se está en el pensamiento de
Descartes, donde se cree que es del orden de la razón, de quién
lleva la razón. Y luchan racionalistas, empecinados, en cuál es la
verdad. La verdad es que se construye cada vez en las conversaciones,
tolerando que la otra persona no tiene que pensar como yo pienso, ni
es una lucha de poder en quien impone de la familia de donde
proviene. Y esto lo veremos más adelante.
Hay
quien se queda estancado en frases, en el rencor del pasado, y parece
que no ha pasado el tiempo. Siguen sentados en las palabras
anteriores que son del orden de lo que uno ha interpretado. Cuando
algo afecta es porque ya se está afectado y la mayoría de las veces
no tiene tanto que ver con las frases, sino lo que se piensa de
ciertas cuestiones que en esa interpretación, explota. Mejor hablar
para no permanecer en el rencor. La comunicación también tiene que
ver con deshacer, a través de las palabras, afectos enquistados.
Comunicar,
hablar, tampoco es acusar al otro. Hay quien no puede llegar a un
acuerdo con nada, sino que se mantiene en una posición infantil
donde el “tú has hecho tal o cual” se instala como acusación y
se toma parte en la implicación de cada uno ni se puede transformar
en nada las situaciones, porque lo único que se consigue es
mantenerse a la defensiva ante el próximo ataque.
Como
vemos, la comunicación no es algo tan sencillo, porque también
requiere de poder entregarse a las conversaciones, escuchar, poder
dejar los afectos a un lado para que las palabras puedan actuar, ser
los pasos venideros para el acercamiento. No es sin palabras que el
amor puede construirse, son el puente para el futuro.
Laura López, Psicoanalista Grupo Cero y Terapeuta de Parejas
www.lauralopezgarcia.com
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