CUANDO HACEMOS AL OTRO RESPONSABLE DE LO QUE NOS PASA
Hay
personas que de alguna manera hacen responsable a la infancia, a la
educación, al entorno, a algo que les pasó justificando cómo son
ahora.Pero
no es así, ya Sigmund Freud nos desveló que una cosa es la realidad
y otra muy distinta cómo en mí he traspasado esa realidad, lo que
hago de ella. Hay que separar la experiencia vivida de lo que se
percibe y lo que queda en nosotros en forma de huella mnémica en
nuestro inconsciente.
El
psicoanálisis ya desechó la teoría del trauma. Anteriormente se
creía que muchas enfermedades nerviosas tenían origen en algún
trauma del pasado e intentaban hacer recordar a esa persona una
escena donde el afecto no fue adecuadamente derivado, se había
reprimido, y en la actualidad hacía efectos. Pero no hay trauma,
nuestro único trauma es el lenguaje, hacernos sujetos del lenguaje.
Se desveló que hay verdades significantes en todas las personas que
tienen que ver con el desarrollo afectivo sexual y que no es una
cuestión de experiencia. Hemos de despegar esa cuestión de la
experiencia, porque no es lo que uno viva, sino cómo atraviesas eso
que vives. A veces aunque estés físicamente no estás, o uno no ha
podido atravesar esa circunstancia, aprehenderla. Hay quienes
aparentemente son padres pero no lo son, porque no habitan en esa
función. Están físicamente pero no están.
En
todos nosotros hay una realidad psíquica, que no coincide con la
realidad material en la que no es el suceso vivido, sino que hay
escenas en calidad de fantasías, que remiten a procesos universales
en el desarrollo y que tienen que ver con la trama infantil del
Complejo de Edipo y de cómo se accede al deseo, al mundo. Se
representa así toda una trama que es como una novela donde se juegan
decepciones, amores prohibidos, desengaños, separaciones....Incluso
los recuerdos son encubridores, y hacen referencia a otras escenas
que son más significantes para nosotros pero que están deformadas,
desplazadas en recuerdos más insignificantes. Nuestro aparato
psíquico está dispuesto para evitar el displacer. Lo que se cuenta
de la infancia ya está modificado y en esa novela familiar, en todos
hay un reproche pues de los primeros amores infantiles tiene que
acontecer una separación y el crecimiento tiene que ver con esa
pérdida para ganar el mundo. Sí que es importante tener en cuenta
que los niños son material dúctil y maleable por lo que hay que
preservar la infancia y permitir que crezcan, teniendo en cuenta sus
etapas psicosexuales, respetando ese espacio.
Es desde el futuro que construimos el presente. Es más, el pasado
puede transformarse, porque es lo que digo de él. En la infancia es
donde se van a imprimir cuestiones fundamentales que van a funcionar
como representantes de experiencias siguientes, pues hay una
tendencia a la repetición en todos nosotros. Pero hay que
distinguir que no hay que irse a la realidad, no es la experiencia
real, es cómo se reacciona frente a determinadas situaciones. Lo que
se va a conformar como importante es nuestra reacción.
El
mecanismo de la represión, que tiene que ver con los procesos
neuróticos, aparta hechos, impresiones de los que no se quiere saber
nada, no se quieren incorporar a la vida. Son experiencias
desagradables o que impresionan de alguna manera en un aparato
psíquico inmaduro, no pueden ser elaboradas y que son rechazadas
inconscientemente. Nos influyen en el sentido de huellas en nuestra
memoria, pero no es la experiencia real vivida, es cómo se reacciona
ante ello.
Es
importante trabajar la salud mental, porque los hechos que acontezcan
externamente podrán ser mejor elaborados. Es una construcción la
salud, no sólo hemos de acordarnos de Santa Bárbara cuando truena,
es decir, cuando aparecen síntomas. Debemos trabajarla para estar en
las mejores condiciones. Es nuestro sostén, el sostén de nuestro
vehículo y lo que dirige nuestra vida.
Todos tenemos vida psíquica y en ocasiones guían más los síntomas,
los miedos que otra cosa. Mejor aprender a conocerse, a tomar otra
dimensión de las cosas a través de las palabras porque podemos
llegar a ser grandes desconocidos de nosotros mismos, de nuestros
procesos, de nuestras reacciones. Y esto es posible con
psicoanálisis.
Hacer
responsables a otros de lo que nos pasa habla de nuestras tendencias
inconscientes, de cómo aprovechamos para escapar de nosotros mismos,
de no ponernos en el centro de la cuestión. Los demás están
incorporados en nosotros a través de complejos mecanismos
inconscientes. Si pensamos que utilizamos a los demás también para
satisfacer tendencias nuestras, nos permitirá elaborarlo en un diván
con un psicoanalista y no caer en la ilusión de ese infortunio
personal y que siempre son los otros. Gracias al psicoanálisis
puedes tomar las riendas de tu vida.
Laura López Psicoanalista Grupo Cero
www.lauralopezgarcia.com
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