REJUVENECER EN LA TERCERA EDAD



  


    No es el cuerpo, es el deseo el que nos sostiene en la vida. La soledad y el aburrimiento matan. El deseo requiere de movimiento, proyectar hacia el futuro, entre otros, junto a otros. Es sabido que aprender algo nuevo rejuvenece, me pongo en el lugar del comienzo, de la partida, donde relanzo el deseo. Un nuevo amor, clases, un nuevo proyecto que me hagan habitar en la ilusión del futuro. Antes era, tal vez, casarse, tener hijos, un trabajo... y ahora los hijos han crecido, han generado su propia familia  ¿ya está? ¿Por qué se dejan de tener proyectos? ¿Por qué los que están ligados a la especie? ¿Se cultiva el alma, el desear?  La vida es vivirla, no dejarse vivir. La vida no puede ser llegar a la jubilación ¿y después qué?  ¿Qué me reservan años futuros? ¿Trabajo para ellos? Nuevos proyectos, amores.... es vivir la juventud que también hay en los años. Nuestra disposición psíquica nos permite gozar del contraste y muy poco del sopor de la tranquilidad.

            Las arrugas muestran surcos de la experiencia, pliegues de la historia de la vida, donde la felicidad se produce. Tercera edad, madurez, no es sinónimo de decrepitud, decaimiento, enfermedad, soledad, muerte... Hay una belleza que explosiona con el deseo, el brillo de la mirada, donde el cartel de presentación es un deseo que te atrapa. Hay también experiencia, alegría, un valor inestimable. Deseamos deseos. Estar ligados a una moral donde los modelos no contemplan ni el sexo, ni el amor, ni  proyectos que sujeten al futuro es estar en una moral que nos señala, y que nos lleva a la culpa, a la enfermedad, a la insatisfacción. La censura social (y aún más la psíquica) a veces es imperceptible, pero hay una mano oscura que cae para tapar bocas.  A un hombre que desea se le llama viejo verde, en tono despectivo ¿y si es un joven que desea, que le dice un piropo a una chica, alguien que intenta ligar? ¿También le tratamos de forma despectiva? No, incluso se le admira, se le elogia.  Y
ni hablar ya de una mujer madura:  “yo a mi edad esas cosas no”. La represión sexual tiene que ver no sólo con  la cuestión genital, sino hablar, amar, desplegar la energía psíquica en el vivir, en el desear... la contención sujeta a estos modelos ideológicos genera un estado depresivo, desgana, que es donde se asientan las grandes enfermedades. Ser un sujeto activo, de la vida, productor de deseo sostiene cualquier cuerpo. El deseo se sostiene en las relaciones sociales, en los compromisos y permite que haya salud, amor, alegría.

             En la tercera edad, y en la segunda, y en la tercera, en la primera, la cuarta...se ha de estar dispuestos a sustituir lo que ya no funciona o lo que funciona mal, lo que no está, quien no está, cualquier cosa tanto del cuerpo como de lo social. Sustituir  no quiere decir abandonar ni traicionar. 

            No es cuestión de concienciarse, porque no es la conciencia la que dirige nuestras vidas, sino que son los deseos inconscientes. Para gozar es preciso cambiar la mirada, la manera de pensar el mundo y para ello el psicoanálisis es de una ayuda inestimable. Cambiar es imprescindible para mantenernos en la vida y todas las combinaciones de la misma  están generadas por los deseos inconscientes. El centro de nuestra vida psíquica son procesos totalmente desconocidos por nosotros.

            La aceptación del paso del tiempo tiene que ver con la aceptación de la mortalidad, que nos lleva a elaborar los procesos que acontecen en las personas. Es esencial para llevar una vida saludable, y eso es algo que sólo lo vemos por los efectos, cursa de forma inconsciente.

   ¿A qué palabras asociamos la vejez?  Aprender le da a uno esa sensación de juventud, estar en la vida, dejarse sorprender a cada instante. Ahí es donde acontece el goce en el ser humano. Si sólo soy capaz de sonreír cuando recuerdo, no estoy vivo. Decidir el futuro según el deseo, construir la independencia económica y psíquica para abrir  las puertas del amor y la civilización permite que la tercera edad sea una etapa más del vivir.

 

Laura López, Psicoanalista Grupo Cero

www.lauralopezgarcia.com

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