AÚN NO SE ALCANZÓ LA HETEROSEXUALIDAD EN EL SIGLO XXI




   ¿Dónde el amor? ¿Dónde la riqueza humana, la inclusión de lo diferente? A pesar de la evolución tecnológica, de la producción de instrumentos que potencian las capacidades humanas, aún estamos en pañales en la cuestión psíquica. Sí, en pañales, porque ciertamente no hemos implementado la complejidad de lo humano, la madurez adulta, la inclusión de lo masculino y lo femenino, que no vienen dado por lo biológico, se accede a través del lenguaje, de los juegos de identificación  con  los primeros objetos amorosos en el seno de esa primera célula de socialización que es la familia.
            El machismo no es cosa de hombres, tiene que ver con esa fijación infantil donde no hay diferencia aún sexual. El niño y la niña nacen con una diferencia biológica en su aparato genital, pero en lo psíquico no, hay que conquistar el cuerpo a través del lenguaje. Lo que no puedo nombrar no existe.
            Ante la visión de los genitales o a través del lenguaje, ocurre una circunstancia psíquica, que es que tanto el niño como la niña creen que cuando la niña no tiene el órgano genital masculino, el pene, es porque ya le crecerá, que hay un retraso, o porque ha sido “mala”. Esto es una construcción teórica, acontece a nivel inconsciente en todos. Además podemos verlo en la actualidad psíquica cuando estamos suspendidos en el “no tengo”: no tengo amigos, no tengo esa capacidad, no tengo tiempo...
            Es una atribución, creer que le falta algo para la completud, y que la madre no se lo ha dado. También se observa en la cuestión de pensar que las mujeres son malas o tontas. Es una fijación infantil, aún no se ha podido implementar la diferencia sexual, es como si hubiera una negación.
            Es necesario el rechazo de la madre, la desatribución. Hay un rechazo de lo femenino ahí para poder girar al mundo, desear más allá, pero es sólo un instante. Seguir en el rechazo es un impedimento en la madurez afectivo sexual adulta.
            Aún no alcanzamos la heterosexualidad, que es la construcción de lo masculino y lo femenino en cada uno y cada una de nosotras (con esto no nos referimos a la elección de objeto amoroso del mismo sexo o del otro).  Incluir la diferencia, que no es igual que la desigualdad. Estamos construyendo sociedades donde se tiende a la globalización, a permanecer en el “todos igual”, hasta de uno mismo, y ahí nos perdemos la novedad, no  pudiendo dejarse llevar por lo que de nuevo se genera también en mí.  Somos diferentes, hombre y mujeres, los hombres entre sí, y las mujeres entre sí. Uno mismo no es igual cuando le atraviesa un pensamiento nuevo, una nueva relación...
            ¿Por qué generamos sociedades donde no es posible la suma? Tiene que ver con la cuestión infantil, con el narcisismo que rige, el sometimiento y no la libertad de palabra. Seguimos en las relaciones únicas, es decir, con mi mamá, conmigo mismo/a y vivir como un ser humano significa ser un sujeto del deseo, no un objeto y eso conlleva la aceptación de las diferencias.
            ¿Por qué empeñarnos en esa lucha de poder? Seamos compañeros de lo que está por venir,. No se conversa, ni se utilizan los instrumentos necesarios para el enriquecimiento, como la poesía y el Psicoanálisis.
            Lo femenino es otra complejidad, y la mujer se ha visto envuelta en una moral que la ha negado y excluido del deseo humano. Luchar no con el “contra” sino con el “por” y “para”, entre todos, entre todas, dejando a un lado tanta meticulosidad en la apariencia de las letras masculinas o femeninas, que sigue siendo otra de las formas de represión, y haciendo hincapié en los verbos en infinitivo.

Laura López, Psicoanalista Grupo Cero
Telf.: (0034) 610 86 53 55

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