EL ESTADO DE ANIMO NO DEBE DIRIGIR TU VIDA

    


    Con estado de ánimo nos venimos a referir a la energía psíquica que se utiliza en el día a día, a una posición con uno mismo y con el exterior, no a un ser. Así, podemos estar embargados de un sentimiento de alegría, tristeza, enfado...¿Pero dejamos que el estado de ánimo nos secuestre, impidiéndonos nuestros compromisos diarios?  ¿Se corresponde mi estado de ánimo con la situación que estoy viviendo? ¿A veces no te ha ocurrido que te encuentras  triste, o enfadado, no te aguantas ni a ti mismo y no entiendes por qué? ¿De dónde provienen estos estados?
            Pues bien, estos estados de ánimo, las emociones, los afectos, los sentimientos, los recuerdos...provienen de lo inconsciente, que es el motor del aparato psíquico. En ocasiones, hay recuerdos que nos asaltan y nos embargan, sin comprender por qué, pero es a través del psicoanálisis que sabemos que esos recuerdos son encubridores. Se utilizan para hablar de situaciones actuales de las que hay una imposibilidad de poner en palabras. Ocurren en un momento concreto, desplegándose para que, de alguna manera se exprese alguna cuestión interna. Son como los sueños, no entendemos, nos parecen absurdos, pero hablan de algo de nosotros que se pone en juego en forma de clave. Si es que somos complejos y hay una parte desconocida de nosotros.
             ¿Nunca te sorprendiste pensando o respondiendo a alguna situación de manera que ni tú mismo te reconociste? Tiene que ver con los procesos inconscientes, por eso que el hecho de querer razonar y controlar todo lleva más bien a una posición obsesiva donde somos un tirano con nosotros mismos.
            Lo que ya percibimos nada tiene que ver con la realidad psíquica, nada es lo que parece.  Ante un éxito en la vida, un deseo muy anhelado, embarga también la tristeza, porque hay algo que se pierde en ese proceso, aunque sea para ir a mejor,  en la persona. Hay quien fracasa al triunfar. Justo cuando está a punto de conseguir algo muy deseado ¡zas!, ahí pasa algo donde si investigamos vemos que hay una participación inconsciente de la persona. Son los que fracasan al triunfar.
            Hay veces que lo que me da goce también produce tristeza, porque de alguna manera uno sabe que va a terminar. Se goza y se sufre tanto que se evita el encuentro. Se teme perder lo  que se cree que se tiene o lo que ni siquiera se tiene. De alguna manera se instala en esa pérdida y sólo ve lo que le falta.
            Los afectos que llevan a un estado de ánimo u otro a veces no se corresponden con la magnitud de la situación actual, sino que son desplazamientos de afectos infantiles reprimidos: celos, envidia, deseos prohibidos, narcisismo, sadismo, masoquismo... Experimentamos al cabo del día más de cincuenta estados anímicos diferentes (triste, alegre, depcionado, deseoso, amoroso, odioso) ¿Te dejas llevar por ellos, se convierten en una tiranía para ti?   ¿Te empobrecen como ser humano?  Seríamos como una veleta, y precisamente hay que ir perfilando esos afectos, domeñándolos para que no derribe los proyectos, que no son sin otros, con compromisos y con deseo. Pero claro, si no conocemos cómo funciona nuestra mente, nos perdemos.
            A cada persona le ocurre de una manera diferente, porque todos somos distintos en nuestro imaginario, incluso distintos a nosotros mismos cada vez . A veces hay luchas internas entre lo que son tus deseos verdaderos inconscientes y lo que la moral te dicta, la sociedad, la familia, y eso produce mal humor. No te aguantas ni tú, ciertamente, porque hay conflictos en ti mismo.
            Para conocernos no es cuestión de interrogarnos, sino de hacer una lectura de nuestros actos, cómo es que nuestro deseo hace esa curva en cada uno. Cómo vivo es cómo pienso. Cómo renuncio es cómo me relaciono conmigo mismo y con los otros.
            No se puede quedar uno detenido ante un estado de ánimo, ha de seguir, no se puede permitir que gobierne la vida.  No detenernos ni ante los éxitos ni ante los fracasos. Hay que tolerar ciertos estados y la incertidumbre.
Como dice el poeta Miguel Oscar Menassa, la pasión no se termina porque no existe como tal, se genera entre las personas, entre las palabras, entre los acontecimientos.
            Comprometerse a la vida, al trabajo diario que no es sin otras personas, permitirá que nos apartemos de ese yo infantil y hagamos de los afectos un viento a favor de las velas de nuestra alianza al deseo  de producir lo humano (quebrantable por querer hacer lo inmediato, no lo conveniente) y la civilización. Una felicidad a nuestra medida. Con psicoanálisis puedes conseguirlo.



Laura López, Psicoanalista Grupo Cero
www.lauralopezgarcía.com

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