MIGUEL OSCAR MENASSA, EL CIENTÍFICO Y CREADOR CON DUENDE

 




Hago de las astillas una flor,

dejo que los más pequeños,

rompan la flor entre sus manos

y arrojen al viento

las partes más bellas de la flor.

Caballero de la poesía

monto en pelo

a lo indio

una yegua con alas.

Miguel Oscar Menassa


Caballero de la poesía, su cuerpo partió desde el cielo de Madrid. Recuerdo la robustez de la madera, de su semblante en otro tiempo, de mi mirar hacia arriba y el encuentro en una mañana de lluvia, con el sol. Ese instante, se instaló en su adiós. El calor de sus seres queridos amparaban la despedida y el no partir jamás, creador inmortal. Ahora, a unos días de distancia, sus versos templan esta escritura. La presencia se hace fuerte tras su ausencia. He leído intensamente estos días. Me refugié en las palabras, en el pensamiento hecho rúbrica. El deseo no se puede parar y todo está afuera, en el mundo, no en nosotros.

En un ensayo, Federico García Lorca habla del duende del creador. Nombra a Manuel Torre, artista cantaor andaluz de Jerez de la Frontera, que decía “tú tienes voz, tu sabes los estilos, pero no triunfarás nunca, porque tú no tienes duende”. Cuando escuchó a Falla supo que “todo lo que tiene sonidos negros tiene duende”. José Carrasco Peña, “el Lebrijano” y Fundador de “la Debla” dijo en una ocasión “el día que yo canto con duende no hay quien pueda conmigo”. Lorca expone que el duende son “sonidos que se clavan en el limo, que todos conocemos e ignoramos pero de donde nos llega lo que es sustancial en el arte”. Goethe, que “es un poder misterioso que todos sienten y ningún filósofo explica”. El gran Leopoldo de Luis se refería también al gran Miguel Oscar Menassa como un creador prometeico, generoso, que robaba el fuego para iluminar a los hombres. “Tocaré con mis versos el centro de lo negro”, Menassa habla en sus versos, él saca la razón de la puerta de entrada, es un creador con duende, un duende eternamente clavado, no hay quien pueda con él, obra inmortal, es el tuétano de las artes, estilo vivo, de sangre. El duende es la subversión, la lanzadera de frescura inédita, la creación hecha realidad en el creador del realismo psíquico. Poesía y Psicoanálisis,  sangre viva y ciencia atravesando el cuerpo siempre vivo de palabras.

Magdalena Seda Loreto, “La Malena”, bailaora, que hacía filigranas de sus brazos, que se significó en el baile por tangos le diría también,con ese saber de artista consagrada “Olé, tú sí que tienes duende, Menassa y llevo el nombre de todos tus tangos”.

En uno de sus documentales, La inundación, Menassa expone que es el pensamiento el que ha de evaluar y dirigir la realidad, el sojuzgamiento, el pensamiento al cual uno está sometido, como estructura mental, muy necesariamente, porque si no, decido “yo”, y el “yo” son nuestras pulsiones, nuestros sentimientos y vaivenes. Me pareció algo tan básico para nuestro vivir...Esto me llevó a Mary Shelley y a la película el “el salario del miedo”, dirigida por H. G. Clouzot.

Mary Shelley, desde la pólvora de la vida y el fallecer de su hija, sus amores, inconsciente, caldero de llama vida, pudo encauzarlo tomando el resto diurno, las investigaciones de Luigi Galvani y Erasmus Darwin, que trataron, con sus experimentos galvánicos, del poder de la electricidad para revivir lo inerte. Su fuerza para sobrevivir calzó su caballo alado, en su obra inmortal . Y Clouzot, en el film extenuante que nos embauca al borde del latido, nos hace recordar que la vida, no es sin la muerte, un sobresalto en el rugir del tiempo donde confiados y vivos acudimos a la senda de lo humano, al borde del asiento donde somos los huérfanos hacia un próximo destino.

¡Cómo es la muerte! Dicen que hay lugares del mundo donde un muerto está más vivo como muerto que en ningún otro sitio. Somo imperfectos unidos por los lazos del amor en esta humanidad a fuerzas consentida, a tientas, resentida, pero con la luz de los grandes maestros parpadeantes a quien pueda aceptar nuestra maravillosa imperfección.

Ahora, lo ojos del mundo, sublime mirada, inconsciente del canto, saben que “Hay días del futuro que nunca viviré”, dice Menassa, y eso es lo perfecto.

Gracias por tu vivir apasionado, por tu duende, espuma de mar, abierto en la carne, generoso en el legado de tus enseñanzas, creador inmortal.

Laura López 






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